A una amante de la rutina y el
control tener cáncer es de las cosas que creo que más puede trastornar. No soy
una maniática del orden ni de la limpieza. De hecho, creo que vivo feliz con
mis montones de trastos pendientes de organizar porque, aunque sin orden, sé
dónde buscar cada cosa que necesito. Me refiero al control sobre lo que hay que
hacer, una planificación.
Antes de saber que tenía cáncer,
en diciembre, ya contaba con tres agendas para el próximo año. En realidad sólo
quería dos, una para el trabajo y otra para mis cosas personales, pero no
terminándome de gustar el formato de una de ellas quise buscar otra aún más
perfecta. Para que os hagáis una idea de mi pequeña obsesión con este tema.
Planificar estando en tratamiento
activo es prácticamente imposible. Ya no sólo porque los tratamientos pueden ir
modificándose sino porque cada día te despiertas de una forma diferente.
Durante estos meses he tenido la
suerte de mantenerme con una estabilidad emocional bastante aceptable. Puedo
contar con los dedos de las manos los momentos de bajón. Pero últimamente la
mochila pesa más de la cuenta.
Una catarsis en todas las esferas
que conforman la integridad de la persona. Una tormenta emocional, física,
mental y espiritual. Un desequilibrio tan grande que cuesta hasta mantenerse
erguido. Todo se tambalea cual bandeja llena de copas de la mano de un camarero
inexperto.
Me da rabia reconocer que la
fuerzas flaquean y que probablemente no soy tan valiente como se presagiaba. Me
entristece no poder seguir siendo ejemplo a seguir. Ahora ya no… Estos días me
siento frágil, vulnerable. Estos días cuesta ponerse la armadura para seguir en
las primeras filas de batalla.
Esto no significa que me haya
derrumbado del todo. Solo que en este momento no puedo transmitiros la misma
fuerza que hasta ahora. Me parece hipócrita mostrar sólo la cara positiva del
cáncer.
Entiendo que esto forma parte de
la normalidad, que es preciso soltar un poco antes que explotar del todo. Este
post es parte de la liberación que estoy experimentando estos días. Me doy
permiso para soltar peso, despojarme de algunas de mis inquietudes y miedos,
aceptando que forma parte del proceso y que son momentos necesarios para
rehacerse.
Hay mucho que ya he cambiado
estos meses y aún mucho más que quiero cambiar en los sucesivos. Hay gente que me
pregunta si tengo ganas de volver a la normalidad de antes. Y lo que yo me
planteo es qué había de normal en lo de antes para querer mantenerlo ahora. Es
imposible retomar como si nada hubiera pasado. Eso es utópico, falso. Ha
pasado, me está pasando. Y mucho.
Por el momento me conformo con seguir
siendo junco que baila amoldándose al viento siendo flexible aunque ahora esté
un poco rasgado y astillado.
Ayer me pusieron un ciclo más de quimioterapia. No porque haya empeorado. Va todo bien en ese sentido. Sólo para terminar la pauta inicial que se planteó.
El último será a mitad de agosto. Si todo sigue como lo esperado,
aproximadamente un mes más tarde de la finalización de la quimioterapia,
llevaré radioterapia.
Pase lo que pase, venga lo que
venga, estemos de subida o bajada de esta montaña rusa, a las lágrimas siempre
le siguen sonrisas. Y eso es algo que nunca voy a perder. Es mi sello de
identidad.
Guapa, mucho ánimo. Somos humanos, es normal que en algún momento bajes para volver a subir después. Creo que es super importante permitirse la tristeza o el bajón, o lo que sea. ¿Has visto la peli Inside out? A mí me encantó por el mensaje que ofrece, de que todas las emociones son necesarias.
ResponderEliminarMe siento muy reflejada cuando hablas de tu faceta en cuanto a organización, porque yo soy igual. Desordenada con mis cosas (desorden ordenado, ¡que siempre sé donde está todo!).
Mi montaña rusa en estos momentos es otra, la de querer ser mamá desde hace dos años y no conseguirlo. He tenido dos abortos y seguimos trabajando en ello. Pero luego te leo y pienso que no tengo ningún derecho de quejarme.
Aunque me siento identificada, en el sentido de que emocionalmente hay momentos en los que pienso: ¡a tope! y otros en los que en mi mochila hay demasiadas piedras. Mis subidas y bajadas son como estar en la playa, metida en el agua saltando olas y pensar que la siguiente va a ser la buena. ¡Pues estoy harta de saltar olas! XD
Te agradezco que escribas, que nos ofrezcas tu historia, te mando todo el ánimo del mundo ¡venga campeona! Un besote.
Isa
Hola Ana es normal todo lo que estas sintiendo , no te sientas mal por estar de bajon. Nos cambia tanto todo que es dificil de asimilar todo en tampoco tiempo. Pero ya veras como cuando termines con la radio poco a poco podras ir recuperando tu vida. Yo tengo muchos cambios de humor desde que probocaron la menopusia . Ahora estoy con el tratamiento de 5 años con Tamoxifeno. Mucho animo ya veras que pronto estaras mejor. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarHola Ana! Creo que lo que te pasa es totalmente normal. A mí me pasó exactamente lo mismo; Durante el tratamiento estuve fantástica, con mucho ánimo y siempre sonriendo, incluso me puse a trabajar a partir del segundo ciclo de quimio, para no quedarme en casa y así no tener tiempo ni a pensar ni a darle vueltas a las cosas, para estar entretenida. Fue al terminar cuando me dio el bajón. Pero no te preocupes, las cosas se van poniendo en su sitio, que no es el mismo sitio de antes... Como tú dices , nunca volverá a ser igual por mucho que nos empeñemos. Aunque a veces me olvide nada puede cambiar mi teta de mentira y el porque la tengo...Pero ahora ..año y medio después de terminar mi proceso de curación, tengo una serenidad que antes no tenía..aunque eso no quita que a veces me acechen esos miedos que para mí son la peor parte de esta enfermedad. Un abrazo grande! Y siempre serás un ejemplo!!
ResponderEliminarTú con yo en todo. Planificando lo implanificable.Debes descansar de todo y darte tiempo. No autoexigirte.Debemos pasar un duelo por la enfermedad y lo que nos pasa. Es aconsejable y sano. Necesario. Eso sí: SIEMPRE con una SONRISA.
ResponderEliminar