viernes, 21 de julio de 2017

LO QUE VIENE TRAS LA DESPEDIDA DE LA TETA


Quizás lo previsible, después de una mastectomía, es que eches de menos tu antiguo cuerpo, te sientas fea o poco atractiva, o que se generen sentimientos de rabia por la pérdida. Quizás pueda incluso asemejarse a un duelo, con sus diferentes etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación (según Kübler-Ross). Es lo que había imaginado que me pasaría, pero nuevamente, todo es impredecible y, aunque pensaba conocerme bien, por ahora no he reaccionado así.

Estoy feliz con mi nueva situación. Me encanta mi cicatriz porque, además de bonita, gracias a ella, avanzo en el camino hacia la curación.


Las cicatrices

No hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza.
Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor.
Pero también su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria, un remate imperfecto que nos sana dañándonos.
La forma que el tiempo encuentra de que nunca nos olvidemos las heridas.

Esta poesía de Piedad Bonnett fue uno de los mejores regalos que recibí días más tarde de la operación. Gracias Ana.

Los cuidados después de la intervención han sido sencillos. De las curas, diarias, se encargaba mi hermana, ¡que se ha hecho enfermera de la noche a la mañana! Un poco de clorhexidina (mejor que el betadine, para que no coloree) y tapar con apósitos. ¡Montábamos casi un quirofanito cada vez que tocaba cura! Toalla sobre la cama, gasas, compresas, desinfección de manos, cámara para fotografiar la evolución… y el “ihhhh” de mi madre cada vez que mi hermana destapaba la herida que, aunque con miedo, se atrevió también a ejercer de ayudante.

Me pusieron dos tubos de drenaje. Estos permiten que los líquidos que se generen en la zona intervenida puedan ser eliminados a unas botellitas de plástico. Así se evita la aparición de una de las posibles complicaciones, que son los seromas (acumulación de líquidos corporales en un zona del cuerpo donde se ha producido un traumatismo o cirugía). Uno partía de la mama y el otro estaba más cercano a la axila. El primero lo retiraron en pocos días, pero el segundo lo mantuve diecinueve. Vivir con tubos que salen del costado no es del todo cómodo, pero no duelen. Guardaba las botellitas en una pequeña riñonera y con camisetas holgadas quedaba muy disimulado.

¡Dormir ya es otra historia! Creo que soy de las pocas personas que duermen -dormía- boca abajo. Eliminando esta opción (espero que provisionalmente) y el lado derecho, las alternativas, para mi gusto, son pocas, y en un afán de simular un pseudoizquierdo-boca abajo, he debido comprimir algún nervio que ha hecho que tenga media mano izquierda dormida. Estos son efectos secundarios de ser una cabezona.

Orgullosa de mi cicatriz, y sin pensar mucho en el receptor de información, la enseñaba incluso en mitad de la calle. Ya me he dado cuenta que todo el mundo no quiere o no está preparado para verla. Pero es que está tan bien hecha…

Además, estoy sorprendidísima con las posibles sustitutas de mi teta pocha. Existen prótesis externas de mama de diferentes materiales, pesos, formas y tamaños. ¡Encontrar la tuya puede ser una decisión tan complicada como elegir novio!

Se compran en ortopedias con la receta que hace el cirujano. Es de agradecer que esté financiada porque hablamos de cantidades de más de 200 euros. Cuando fui a por ella entregué la receta como quien va a comprar una caja de ibuprofeno. No sabía el tinglado de opciones que hay montado. Te pasan a una habitación y empiezas a probarte tetas hasta que te apaña una. Os presento a la mía, que esta creo que no daña sensibilidades 😉 




Antes de la operación, satisfaciendo mi ansia de control, me agencié con una próteis de algodón, muy cómoda, ligera, y bastante más barata. La encontré por internet por 30 euros. Para un postoperatorio es la más indicada.


Los días que he estrenado teta iba como un niño con zapatos nuevos. Sorprendí a mi cuñado con un: “Mira que chula Pedro, tócame la teta”. Aún me estoy riendo de su cara de susto. Con esto y con cada una de las veces que le he enseñado las botellitas medio llenas sacándomelas de la riñonera casi sin previo aviso. Tiene ganado el cielo.

Lo que sí que he llevado mal es la limitación de la movilidad del hombro. La teta no la necesito. El brazo sí. La linfadenectomía axilar (extirpación de los ganglios de la axila) es lo que más condiciona.

He desarrollado una complicación frecuente pero infradiagnosticada que se llama trombosis linfática superficial.  Al quitar los nódulos o ganglios linfáticos en la operación, los vasos linfáticos, que es por donde viaja la linfa, siguen transportándola pero de alguna forma se les derrama, porque ya no están los nódulos. Esto hace que las vasos linfáticos se trombosen y se inflamen. Produce dolor generalmente en toda la cara interna del brazo, hasta la flexura del codo, que es donde me llega a mí, pero puede llegar hasta la muñeca y aparición de unas bandas duras, como cuerdas que recorren la axila, que limitan la extensión.

Es conveniente acudir a un fisioterapeuta especializado para poder tratarlo. Yo he empezado hace muy poquito pero ya estoy notando la mejoría. La fisio me realiza un masaje específico y estiramientos, además de explicarme pautas para la prevención del linfedema, que es lo que más miedo me da. En otro post lo explicaré bien pero por resumir, el linfedema es la complicación más temida por las mujeres mastectomizadas. El brazo se hincha y si no se trata a tiempo, puede ser irreversible.

De momento espero plantarme en mis pequeñas complicaciones tempranas, que además de lo explicado, y un pequeñito seroma que drenaron el otro día, por no quedarme corta y ser una avariciosa, se añade una infección en la zona por donde pasaba el último drenaje. La piel se volvió roja, tensa, hinchada, caliente y me puse con fiebre. Es importante consultar pronto si aparece porque precisa de antiinflamatorios y antibiótico.

Ahora estoy bastante mejor, pero hace unos días, estaba todo tan inflamado y duro que creí tener una coraza, cual guerrera amazonas, de esas que cuentan que se extirpaban la mama para poder lanzar mejor las flechas de su arco. La realidad es que no me considero tan exuberante y me conformo con sentirme como una gamba sin pelar. En breve me quito esa piel dura y me quedo blandita y jugosa como siempre.

1 comentario:

  1. Deberías escribir un libro y editoriarlo porque eres el ejemplo a seguir más grande que he visto!!! Vamossssss 💪💪

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