Detrás de la palabra enfermedad
asoma tímida otra no menos importante, la de cuidador.
Aunque es cierto que son algunos
los días en los que me veo limitada físicamente y necesito ayuda, quiero
dedicar esta entrada a otro tipo de cuidado. Al cuidado afectivo que me ofrecen
todos los que me rodean.
Os hablaba hace unos días de mi
símil del poste y las tres cuerdas. Ahora quiero añadirle una red por encima,
¡cual cabaña india!. Para mi esta red simboliza la red social con la que cuento. Y
es lógico pensar que cuanto más tupida esté, más protegerá.
Me resultó casi digno de
experimento las diferentes formas de reacción que tuvieron las personas que me
conocen cuando supieron que tenía cáncer. Los valientes, como yo los llamo,
cogieron el teléfono y marcaron sin dudarlo. Incluso sin saber bien qué tenían
que decirme. Cómo los admiro. Entiendo que no fue nada fácil. Los más prudentes
escribieron, un poco tanteando. Aquí los tiempos también entraban en juego. Es
normal que algunos tuvieran que explorar mucho por otros lados para saber si
escribirme era bueno o no.
Hay quien piensa que ante estas
cosas es mejor mantenerse al margen. Para mí no. He agradecido cada una de las
muestras de afecto que he recibido. Todas, sin dejarme ninguna, me han
ayudado. Lo agradezco muchísimo. Incluso aquellas que solo mandan un beso. Me llegan.
Luego están aquellas personas a
las que la información les llegó directamente desde mi voz... Qué duro es tener
que decirlo. Las palabras tiemblan y se para el mundo. Pero qué difícil también
estar al otro lado. “Ojalá pudiera pasarlo yo por ti y librarte de esto” me
decía mi madre.
Caminar con cáncer a veces es
como hacerlo por una cuerda floja. Si llevas poca carga (preocupaciones,
miedos, nervios, ...), puedes continuar estable. Los pasos serán más rápidos
si aumenta tu confianza. Pero puedes llegar incluso a correr cuando sabes que,
si caes, tu red te espera. Yo tengo la suerte de tener una red social tan
compacta, tan bien tejida que, si cayera, no cabría más que un dedo por sus
agujeros.
Sé que soy muy afortunada por
ello. No me cansaré nunca de dar las gracias. A todos ellos les debo parte de
mi fortaleza y bienestar.
Creo que sería bueno, para quien
no se ve seguro caminando con su red o su cabaña india anda algo desprotegida, que
intentara reforzarla. He encontrado, sin buscar mucho, asociaciones de
pacientes, grupos, talleres, … ¡Hay recursos! Sólo hay que querer encontrarlos.
Yo tenía necesidad de conocer
personas que estuvieran pasando lo mismo que yo. Las redes sociales, esta vez
las cibernéticas, me han ayudado a conseguirlo. He coincidido con mujeres
estupendas, que desprenden energía y la contagian. Me gusta sentir que estamos
juntas en esto. Sus alegrías son las mías. Compartimos.
El apoyo social se traduce en emociones
y comportamientos positivos. Todo suma.
Y para sumar aún más, siguiendo
la inspiración de una compi de camino, a la que también agradezco enormemente
su presencia, incluiré en el blog colaboraciones de personas especiales para
mí. Si alguien también quiere aportar, solo tiene que decírmelo. Construiremos
juntos esta historia.