Diría que perder el pelo es el efecto
secundario que más presente tenemos cuando hablamos de cáncer. Sin embargo, ahora
pienso que, aunque impactante, bien pudiera ser el menos grave.
Dudé mucho al principio si quería
comprarme una peluca o no. No destaco por ser una persona de fuerte personalidad.
Más bien me considero discreta y vergonzosa. Nunca me ha gustado llamar la
atención. Quizás fue eso, en un intento de pasar desapercibida, lo que me
motivó a creer que tener una peluca sería lo mejor.
Aunque lo tenía decidido no
encontraba el momento de ir a mirarlas. Hasta que mi familia me llevó inesperadamente
unos días antes de empezar con la quimioterapia. Yo me sentí medio engañada.
Ellos me juran y perjuran que me lo sugirieron la noche anterior, ¡pero prometo
no recordar nada! Cosas del inconsciente... De repente me vi en una tienda de
pelucas con pelos largos y cortos, rubios, pelirrojos, sintéticos y naturales,
con forro hipoalergénico o a medias, … y con todo eso sobre mi cabeza,
petrificada.
Encargué una peluca lo más
similar posible a mi imagen de siempre. Y sintética. Requieren menos cuidado y
son bastante más económicas. Además, aunque queda feo decirlo por la gran acción
que hacen los donantes, a mí, tener que llevar pelo ajeno, me daba un poco de
reparo.
De las cosas que más me
preocupaban al principio es que el pelo cayera muy rápido. Me habían dicho que
aproximadamente (cada persona es un mundo) ocurre a los 15 días tras el primer
ciclo. Empecé a obsesionarme un poco y
lo tocaba continuamente para comprobar que seguía en su sitio. Nada más
despertar miraba si ya había caído sobre la almohada. Incluso me miraba más de la
cuenta en cada espejo que se me ponía a tiro.
El pelo caería, no podía
remediarlo. Pero lo que sí que podía era decidir cuándo sería. Quedé con los de
la tienda de pelucas que iría a raparme a los 11 días de empezar el tratamiento.
Pero mi falsa asunción de control sobre mi pelo se vino al traste con el
inesperado ingreso que tuve en mi día 10. La fiebre no había podido ser más
temprana e inoportuna.
Al principio en el hospital vivía
incluso con más angustia mi anunciada calvicie. Pero la fiebre, el malestar, el
riesgo que el descenso de defensas puede acarrear y todo lo que se trastocó a
mi alrededor (idas y venidas de mi familia al hospital, llamadas y mensajes de
preocupación, …), hicieron que cayera en la cuenta de que quedarme sin pelo no
era lo verdaderamente importante; a diferencia de las complicaciones que estaba
experimentando, la calvicie no conllevaba ningún peligro.
Tras el alta me rapé, desde la
tranquilidad. Me sentí aliviada y liberada al verme en el espejo. Además, ¡me
veía hasta graciosa! No me disgustaba. Era un paso más que ya había dado.
Lo de los pasos es algo que tengo
muy presente desde que todo empezó. Detrás de una cosa viene la otra y de nada
sirve adelantarse a las etapas o decisiones que más tarde llegarán. El tema de
la caída del pelo quedaba zanjado.
Los primeros días con Manola (lo
de ponerle nombre a la peluca fue consejo de una buena amiga) fueron algo
incómodos. Me sentía ridícula, disfrazada y artificial (me sigue pasando
algunos días). Pero no me veía con fuerzas para soportar miradas incómodas
llevando pañuelo.
Poco a poco he ido ganando
seguridad. Además, para ciertas cosas, como ir al hospital o hacer deporte, el
pañuelo es mi gran aliado.
Me gusta contar lo que me pasa o
cómo me encuentro, pero cuándo y con quién yo decido, no si inoportunamente me
encuentran comprando el pan o de paseo. Por eso sigo utilizando a veces la
peluca, porque no todos los días me apetece contar la crónica.
Así, cada mañana, cuando me
levanto me pregunto qué me apetece y con ello, qué ponerme, si peluca o
pañuelo.
Me sigue entusiasmando tu historia. Eres lo más grande Ana! Vamos!!!!!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias Javi :)
EliminarA mi me pasa lo mismo, me apetece hablar de como me siento cuando me apetece y con quien me apetece. Mucho ánimo has descrito una parte bastante dura muy bien.
ResponderEliminarÁnimo para ti también. Un abrazo muy fuerte!
EliminarGracias
Con lo que escribes y con lo q transmites con esa actitud que tienes ya haces que seas admirable como persona,tienes una personalidad envidiable y eso hace que te veas guapa de todas las maneras posibles.Eres genial y me orgulleces de corazon prima!!!! 😘😘😘😘😘
ResponderEliminarQué bueno es leerte.. Me animas mucho con tus palabras y con todo lo que hacéis por mi. Estoy fascinada con la familia que tengo, con cada una de las personas que formáis parte de ella. Os quiero mucho. Muchísimas gracias prima
EliminarHola Ana!
EliminarComparte, cuando te apetezca y puedas, esa bonita sonrisa que tienes.
Un abrazo desde Vitoria.
Mabel
Muchas gracias Mabel :)
EliminarAna... cada una d tus entradas me conmueve.
ResponderEliminarHace poco q te conozco, un año! Y nos conocemos x compartir un amor incondicional hacia una parte d la medicina: q es el cuidado y el acompañamiento.
Tengo q decirte q cada vez me sorprendes más! Tu fortaleza... tu entusiasmo x compartir tus vivencias... eres increíble d verdad...
Te echo mucho mucho d menos... y aunq sabes q hace poco q he cambiado d trabajo, q n tengo mucho tiempo libre y n tendré vacaciones... te llevo muy presente...!
Ana, entre tú y yo: pañuelo! Te empodera! Y si alguien mira... No pierdas la sonrisa! X pacientes, me dicen q la peluca a veces es incómoda etc... Se q n te gusta llamar la atención, eres muy humilde, honesta... Pero es q amore, eres tan especial que es pañuelo te hace más bella....
un abrazo inmenso 😘😘😘😘😘😘😘
Qué bonitas tus palabras Raquel.... aunque es poquito el tiempo para mi es como si fueras amiga de toda la vida. Yo también te echo de menos... Pero sé que cuando nos veamos será porque han llegado momentos mejores y eso me entusiasma mucho. Nos queda aún mucho por compartir juntas :) y tenemos toda una "carrera paliativa" por delante. Un besazo!!!
Eliminar