La gestión de la incertidumbre
parece que no entienda de ensayos o entrenamientos previos. Salí de la consulta
de cirugía con un “ya te llamaremos”. Cuánto peso tienen esas palabras en una
persona enferma. Se habían quedado pendientes algunas preguntas “banales” en
cuanto a si debía o no ir mirando prótesis, sujetadores especiales,… Las
cuestiones de más peso las eclipsaron.
Los días pasaban y seguía sin
saber dos cosas que para mí son importantes: la fecha de la intervención y el
resultado de la resonancia de control que me hice al finalizar la quimio que,
aunque no iba a modificar el tipo de intervención (porque ya estaba claro que
necesito una mastectomía radical), sí tiene implicación pronostica.
Decidí llamar yo cuando pasaron
tres semanas de aquella visita. No sabía si era un tiempo normal o quizás me
estaba adelantando. Pero me generaba mucha angustia continuar sin saber nada.
Me atendió la enfermera responsable de la unidad de mama, como siempre amable y entregada.
Mi tumor parecía tener fecha. Si no había ningún contratiempo, el 28 de junio. En
cuanto a la reso, como Gurb, sin noticias.
Qué alivio genera conocer una
simple fecha. Miércoles, el miércoles 28 de junio será el día en el que te
dejaré marchar. Sin rencor, te irás. Y espero que por mucho tiempo. Después de
6 meses de convivencia consciente, 6 ciclos de quimioterapia, decenas de libros
leídos, otros tantos cuadros pintados, cientos de kilómetros recorridos en
paseos, caminatas y carreras, miles de lágrimas derramadas, tantas como risas
en venganza, ese día te irás. Y lo harás llevándote parte de mí. No sólo te
llevarás parte de mi cuerpo. Se va contigo mi inocencia, mi ingenuidad y parte de mi preciada tranquilidad, pese a que parezca una
contradicción. Ya no concibo vida si no es con tu recuerdo.
Hablando con personas de mi
entorno, me ha sorprendido que muchos coinciden en que éste es un periodo que
estoy aprovechando al máximo, que no paro y que hago mil cosas. Y es cierto, la enfermedad es una oportunidad para
enriquecerse. Pero no me gustaría estar dando una imagen equivocada de lo
que verdaderamente supone tener cáncer. Si me veis así es porque me esfuerzo
por estar bien. A veces saco fuerzas de donde no hay por no faltar a una clase
de yoga o por ir a comer con mi familia. Mis ganas pueden con ese cansancio,
que ya no sólo es físico.
Me comparo muchas veces con una
mera batería de móvil. Si lo has dejado cargando durante la noche, la buena
gestión de su uso te permite disponer de carga durante todo el día. Pero si
pasas la mañana utilizándolo sabes que a la tarde no llega (o al menos mi
móvil, que ya pide pista por viejito). Los días que salgo a correr es cuando
más lo noto. He conseguido mejorar mucho. He pasado de no correr más de 200 m
seguidos antes de la quimio a alcanzar los 4 km. Pero a costa de sacrificar
horas de actividad del resto del día. Me duele reconocer que no llego a todo.
Si hay un plan de noche, tengo que pasar la tarde durmiendo, “recargando”, para
poder hacerlo.
Y como decía antes, no es sólo
físico. Hay días que pincho, que no estaría para nada más que para quedarme en
casa llorando. Pero me niego. Este esfuerzo es incluso mayor que el que realizo
con mi cuerpo. Mantenerse emocionalmente estable en esta situación no es fácil.
Es fruto del empeño, del sacrificio. A veces no lo logro combatir y me vengo
abajo. No lo hago público por no preocupar; ¡y porque salgo feucha! Pero estos
momentos también están.
Me doy un margen de tiempo para
llorar. Me lo permito. Entiendo que las lágrimas también son necesarias. Pero
cuando ese tiempo se acaba hay que pasar a otra cosa.
Hoy casualmente me he topado con
un poema de Mario Benedetti que me regaló mi madre al poco de conocer el
diagnóstico. Os lo dejo para que lo disfrutéis.
NO TE RINDAS
No
te rindas, aun estas a tiempo
de
alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar
tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar
el lastre, retomar el vuelo.
No
te rindas que la vida es eso,
continuar
el viaje,
perseguir
tus sueños,
destrabar
el tiempo,
correr
los escombros y destapar el cielo.
No
te rindas, por favor no cedas,
aunque
el frio queme,
aunque
el miedo muerda,
aunque
el sol se esconda y se calle el viento,
aun
hay fuego en tu alma,
aun
hay vida en tus sueños,
porque
la vida es tuya y tuyo tambien el deseo,
porque
lo has querido y porque te quiero.
Porque
existe el vino y el amor, es cierto,
porque
no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir
las puertas quitar los cerrojos,
abandonar
las murallas que te protegieron.
Vivir
la vida y aceptar el reto,
recuperar
la risa, ensayar el canto,
bajar
la guardia y extender las manos,
desplegar
las alas e intentar de nuevo,
celebrar
la vida y retomar los cielos,
No
te rindas por favor no cedas,
aunque
el frio queme,
aunque
el miedo muerda,
aunque
el sol se ponga y se calle el viento,
aun
hay fuego en tu alma,
aun
hay vida en tus sueños,
porque
cada dia es un comienzo,
porque
esta es la hora y el mejor momento,
porque
no estas sola,
porque yo te
quiero.