miércoles, 23 de agosto de 2017

MI CABEZA ESTÁ EN OTOÑO. O... POSIBLEMENTE YA EN INVIERNO


Hace seis días que terminé la quimioterapia. Espera. Hago pausa. Necesito un tiempo para asimilar esto.

Quimio, mierda, chute, gotero, el líquido rojo, aquel otro que no es de color y parece que sienta mejor, agujas, analíticas, defensas, pinchazos y moratones varios es parte de la jerga quimioterapeútica que envuelve esta etapa del tratamiento.
Hoy no me quiero entretener en lo que se siente cuando uno acaba porque la verdad es que sigo elaborándolo. Podríamos decir que mi mente está un poco en estado de shock ante dicho evento. Alegría inicial, sí. Un poco de miedo, también. Pero si fuera algo tan sencillo como reducirlo a dos puros sentimientos lo tendría ya asimilado y no es así.
Hoy necesito hablar de otra cosa. Quizás podemos considerarlo como algo más superfluo. Hoy quiero hablar del pelo.
Al poco de finalizar la quimio la primera vez comenzó a crecerme, despacio, revoltoso y … vamos a llamarlo maduro. Se llenó de canas. No me importaron mucho. Era pelo, estaba en mi cabeza, y era mío. Disfruté aún más de él cuando pude empezar a peinarlo. Me veía graciosísima a lo punkarra. Después vino la intervención y más tarde la decisión de administrar dos ciclos más de quimioterapia. Muchos me preguntásteis si se me iba a caer y cómo lo llevaría si eso ocurriera. Yo contestaba alegremente que la tranquilidad que me producían esos dos últimos ciclos era superior a ningún efecto secundario. Y sigo pensando igual.
Tras 17 días de la administración del gotero empezó a caerse. Me pilló de viaje. Estaba con mi familia en un spa. Acabábamos de disfrutar de 45 minutos de relajación entre chorro y chorro. Mi hermana y yo nos habíamos metido juntas en un cambiador y fue cuando al quitarme el gorro de plástico que llevaba para la piscina descubrí que caía, y no era poco. Me asusté. Se me paró la respiración y durante los pocos segundos que tardé en decir “cae”, me vinieron apelotonados, recuerdos, miedos, sensaciones y los lloros de la primera vez. En pocos segundos era como si todo volviera a empezar, como si me colocaran de nuevo en mi yo de hace unos meses. Ese yo asustado y frágil del principio. En realidad lo sigo siendo, pero creo que es tal el escarmiento que parte de mi ingenuidad se ha quedado en el camino.
Empecé a llenar mis manos de pelitos débiles mientras me enjabonaba la cabeza, despertaba con la almohada teñida por decenas de otros tantos que perecían con el sueño y observaba con pena como mi aspecto se tornaba nuevamente endeble.
Con mis amigas bromeaba equiparándome a un pollito desplumado. Mi familia me trasladaba al otoño y al caer de sus hojas. “Estás caduca” me decía mi hermana. Y así es. Es necesario dejar atrás lo antiguo para dar paso al florecer de mi nuevo proceso vital. Pero no os engaño, jode. Jode perderlo por segunda vez.
Llevaba días pensando que posiblemente era mejor volver a raparme. Creo que es mejor ilusionarse por lo poquito que pueda ir creciendo que lamentarse por lo que cae. Pero tomar la decisión no ha sido nada fácil.
Hoy me he levantado decidida y después de hacer algo de deporte he pensado que había llegado el momento. Me he duchado, me he arreglado e incluso me he maquillado para poder verme mejor. Y así, con convicción he salido de casa. Me he asomado a la peluquería y uff… toda la seguridad se ha esfumado. Me he dado media vuelta y me he puesto a caminar sin rumbo. ¡¡No podía!!! ¿Cómo es posible que algo tan… superfluo, como llamaba al principio, me esté costando tanto? He llamado a mi hermana, que está fuera y me ha vuelto a medio convencer. He andado un poco más y definitivamente me he decidido. Tengo cita en 15 minutos. Este texto lo he escrito en la espera, nerviosa, cual colegiala que estrena rotus.
Nos vemos a la vuelta.

2 comentarios:

  1. El crecimiento del pelo es importante. Lo asimilamos a nuestra curación. Verlo caer a mechones es algo increíblemente doloroso. Porque encima duele de verdad. La angustia por repetida no es menos angustia. Sabemos que crecerá. Pero nos angustia. Otra vez��.

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  2. Así es... y como dices, duele de verdad. Un besito muy fuerte Mon 💗

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